miércoles, 21 de noviembre de 2012

ALONDRA



Aquel bello pariente de los pájaros
que escondía su sombra de la lluvia
mientras tú dirigías
sobre ardientes cuadernos el vuelo de su mano.
                                                                       Cesar Calvo.



Hoy te he condenado al olvido,
Te he condenado a llevarte contigo
El delicado  perfume de mis manos
Y  el hermoso silencio de los árboles,
Aquí,
Aquí te quedaras,
tatuada de dolores  en este cuaderno vacío,
Porque fuiste tú quien cambio mi lenguaje,
Quien gritó desde su isla: “ábreme la puerta”
Ya no recuerdas  cuando fue que llegaste aquí,
Con toda tu nostalgia en los bolsillos,
Cuando me dijiste: “me siento tan sola,
Tan vacía de recuerdos,
Por favor, Déjame dibujar mis huellas sobre tu espalda”
y te amé,
Te amé con toda esta furia endemoniada,
Dejé  tontamente que la flor de mi amor
Se deslizara sobre tu vientre de ninfa enamorada,
Y me tapié los oídos,
Y me dije “el amor que se me debe, por fin llegó a mis ventanas”
Y dejé que cayeras sobre todos los rincones
Como una mariposa sin alas,
Dejé infantilmente
Que asesinaras todas las sombras que habitaban en esta casa,
Deje que conjugaras  Todas las palabras de amor
Que se habían quedado atravesadas en mi garganta,
Y para esto me quisiste tanto
Para esto atrapaste todo mi dolor
Y lo encerraste en los cajones,
Para esto me enseñaste a buscar un sueño travieso en tu cabello,
Amando el ángulo más perfecto de mi cama,
Para esto me enceguecí  de imágenes,
Me acostumbre a perseguir  tu sombra enamorada
A conjugar versos asonantes sobre tus senos,
Que mis labios estremecieran la palabra te amo en el silencio,
Para esto me quisiste tanto
Para al final del camino
Dejarme tan solo y tan pálido,
Para esto,
Dibujé tantas veces sobre las hojas la forma de tus besos con mis manos,
Para que jamás volvieras a ver la  tarde morir  junto  conmigo,
Para esto llegaste,
Para enseñarme que Nuestras sombras
No siempre formarían un arco,
Para que por fin me diera cuenta
Que ya no siguo siendo un niño,
Y Que jamás volveré a ver el amanecer a través de tus ojos
Por qué la alondra que nos enamoraba tiernamente a los dos
También te la llevaste aquella noche,
Aquella maldita noche de febrero contigo.